Escalando la cordillera oriental, en dirección nor-oriente, nos encontramos con una planicie que se haya a 2600 metros sobre el nivel del mar. Cientos de ríos bañan una tierra fértil en la que vivieron algo menos de un millón de habitantes en lo que se conoció como la cultura Muisca, una sociedad jerarquizada y organizada de tal forma que se erigía como la más importante de toda la región.
Habitaron el altiplano cundí-boyacense en un área de 30.000 kilómetros cuadrados.
Población no inferior a un millón de personas entre el año 600 d. C. hasta 1543.
Elaboraron la cerámica para uso ritual y ofrendario, además de enormes vasijas para procesar la sal, ollas, jarras, cuencos de uso doméstico. Sobresalen la cerámica de tipo ceremonial, adornada con figuras zoomorfas como la rana, la serpiente, y figuras antropomorfas que quizás representaban caciques, husos y torteros de hilandería, rodillos labrados para impresión de relieves, bruñidores, crisoles y matrices de fundición, ocarinas y otros instrumentos musicales, así como multitud de pequeños implementos cuya aplicación no se ha podido establecer.
Eran Reconocidos como grandes tejedores mantas de algodón, mallas de fique. Esta industria fue de gran significado en los altiplanos fríos de Cundinamarca y Boyacá. Sus tejidos contaron con una variedad de estampados simbólicos geométricos pintadas con pincel en tintas negra y roja, con figuras similares a las que se encuentran en las inscripciones sobre roca. El suelo chibcha, además de ser apto para diferentes cultivos y de poseer fauna abundante, guardaba y aún guarda riquezas minerales. De las minas que se encuentran en este territorio, los chibchas conocieron y explotaron las de sal, esmeraldas y carbón.
HORARIO GENERAL:
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HORARIO REDUCIDO:
Diciembre 24 y 31: 11 am a 3 pm
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